Bienvenido al arte de la escritura

La grafología paso a paso.

lunes, 5 de julio de 2010

1. LA ESCRITURA: UNA ELECCIÓN

Cuando aprendimos a escribir en la escuela nos guiamos por un cuadernillo llamado Rubio. Torpemente fuimos copiando, como si de un dibujo se tratase, todas las letras del alfabeto. A medida que iban avanzando los cursos, nos fuimos dando cuenta de que cada uno de nosotros iba modificando su tipo de escritura, hasta tal punto, que podíamos identificar por su letra a cada uno de nuestros compañeros de clase.

¿Por qué si todos aprendimos el mismo modelo llegamos a diferenciarnos tanto?. La respuesta es la Elección.

Hace algún tiempo, en una conversación, alguien me dijo: "La vida es una cuestión de elecciones", y es verdad, desde que te levantas por la mañana hasta que te acuestas, no dejas de elegir entre una infinidad de cosas, las cuales, la mayor parte, las hacemos de una forma totalmente inconsciente.

Cuando alguien elige algo es porque le gusta o no le queda más remedio, lo difícil es saber si has elegido lo correcto o no, pero esto último es harina de otro costal. Pues bien, la escritura es exactamente lo mismo:

Quién no ha intentado copiar la letra de alguien al que admira, simplemente porque te parece estética o te facilita, por su agilidad, la toma de unos apuntes.
El caso opuesto es aquél que se ha quedado con el modelo caligráfico aprendido y no ha elegido, convirtiéndose su escritura en monótona y convencional.

También puede suceder que una escritura sea de naturaleza muy variada por la multitud de elecciones, lo cual puede conducir a la dispersión.

Por último, hay escritos prefabricados lo que convierte a esa escritura en artificial.

La escritura es, en definitiva, dinámica y va pareja a la evolución de la persona. Todo aquello que nos llame la atención, tanto por exceso como por defecto en un escrito, nos reflejará que existe un conflicto en su personalidad o simplemente se tratará de un comportamiento particular, es decir, una especie de tic.

La hoja es para el escritor un campo de acción para liberar su inconsciente. El grafólogo a la hora de interpretar un escrito debe ser muy cauto y ceñirse a una ética profesional. Nunca debe entrometerse en materias que no le competen. No somos médicos, ni psicólogos y mucho menos chamanes. Si en algún momento observáramos algo alarmante en un texto, nuestro deber es advertir para que acuda a un profesional. Podemos detectar, pero sin la formación apropiada, jamás curar.


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